BARCO, PAISAJE, MADERA

El cuento de Mario


Escucha aquí el cuento de: Mario
Locución: Óscar Glez.-Albo

“Mario nos dio tres palabras, BARCO, PAISAJE y MADERA. Este es el cuento que nos dio como resultado.”
Mario, era un árbol que creció en una zona boscosa, cerca de la costa; un roble. Vivía junto a sus hermanos y padres en la atalaya. Desde muy pequeño, todo su afán era crecer, hacerse un gran árbol con fuertes ramas y un gran tronco. Mario, tenía un sueño. Desde que abrió los ojos, le fascinó el mar. Los amaneceres y atardeceres en el horizonte. Los barcos, … los barcos que surcaban aquel mar. Cada mañana era el primero en despertar para ver el regreso de los barcos de pesca, con sus luces encendidas, sus perchas … Barcos que seguramente regresaban de lugares más allá del amanecer, de paisajes lejanos. El deseaba llegar donde duerme el sol y tal vez mucho más importante, regresar para contarlo. Mario quería ser un barco, un barco de madera de roble.
En el pueblo cercano, había un astillero, alguno de sus hermanos ya había llegado allí. A menudo subían para medir la altura y el grosor de los troncos para poderlos trabajar. Mario, entonces se extendía, estiraba sus ramas. Día tras día, soñaba con ser lo suficientemente grande como para poder marchar al astillero. Paciencia Mario, decía el gran roble, esfuerzo y paciencia. Mario, entonces bajaba apesadumbrado sus ramas. Yo soy mayor … decía … ya puedo ver las olas y soporto el viento del atardecer. Paciencia Mario, repetía el gran roble.
Pasó el tiempo, Mario creció, más aun que cuando decía que veía las olas. Mario, se hizo un gran roble. Llegó entonces el día que se fue de la atalaya.
En el astillero, se despojó de sus ramas, su corteza y sus hojas, y convirtió su cuerpo en tablones. Mario, se transformó en un pequeño barco de pesca, … verde, blanco y rojo, con una garita para el capitán. Le colocaron las perchas, las luces y lo botaron al mar.
Era un día soleado, el agua estaba muy fría y Mario, no dejaba de temblar. O quizá … era la emoción de por fin estar en su mar. Aquel día, con paciencia y esfuerzo, Mario, comenzó a navegar.

MARIO CRECIÓ, MÁS AUN QUE CUANDO DECÍA QUE VEÍA LAS OLAS