“Hace ya tiempo, con mi hija LAURA jugaba a crear cuentos. Estaba cansada de CAPERUCITAS y cerditos en cabañas y quería escuchar aquello que veía escribir a papá sin parar.
Fue entonces cuando llegamos a un pacto. Me daría 3 palabras a la hora de cenar y cuando fuésemos a la cama, crearíamos un cuento  juntos, con sus palabras, mis letras, la imaginación y hasta con sus dibujos.
Guardaríamos todo para hacer un LIBRO PARA SOÑAR. Este juego se repitió a lo largo del tiempo, siempre que fuera posible, a la hora de cenar.

El dueño de este tablero que llamamos vida, decide que debo parar, que me he olvidado de lo básico de esta vida, que hay mucho más por hacer que trabajar 27 horas diarias para volver a trabajar. La vida me para, y me para quizá con una de las formas mas crueles que te puede parar. Las reglas del juego cambian, te quedas sin todo aquello que hasta ahora consideras tu vida, tu tiempo y te encierra en un hospital. Tal vez para hacerte consciente donde estas, que haces y hacia donde vas con la convicción de que todo ha cambiado y no hay vuelta atrás. Catarsis, incomprensión, desesperación, miedo…
Días o meses más tarde, Sharon, conocedora del juego con Laura, llama un día a la puerta de la habitación. Casi sin decir hola, me dice : “Me tienes que hacer un favor”. Aquellas fueron las palabras que desencadenaron todo, … tal vez por aquel favor. 
La magia de la palabras nos llevan a la zona de oncología infantil, me llevan a hacerme consciente de mi realidad. Me doy de bruces con lo que alguien mas tarde me enseña, me encuentro con mi PARA o destierro quizá sin saberlo, el POR QUÉ de aquella situación. Alli encontré muchas LAURAS, con las que poder jugar.